La veo sentada entre medio del amarillo y rojo. Vestida de negro, el café se le escurre por las comisuras. Una mano tiembla, la otra inmóvil. Su cuerpo está doblado en forma de s. Mira atentamente a todos los que se encuentran allí. No es recíproco. Invisible, abandonada por mí y por todos los que pertenecemos (¿a qué?). El local cierra y ella se aferra de las sillas para no caerse. Llega a la puerta, no puede abrirla. La gente indiferente. Yo permanezco inmóvil, queriendo ayudarla sin hacer nada. Como si con la empatía bastara.
Mc
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